Índice

1. Introducción

2. ¿Qué se entiende por Teología de la Liberación?

3.  Opción por los pobres

4. Dos temas madurados

5. Palabras Finales

6. Bibliografía

 

1. Introducción

Desde los orígenes del Cristianismo, la razón teológica ha disparado en varias flechas. Los mismos Padres de la Iglesia reflexionaron con profundidad en las exigencias del ser cristiano y el recto uso de los bienes, la riqueza y la pobreza, la ayuda al pobre, la avaricia, la maldad ética de la usura, etc. No tiene que sorprendernos si en la segunda mitad del siglo XX, surge una corriente teológica oriunda de América Latina. En 1971 aparecía el famoso texto de Gustavo Gutiérrez Teología de la Liberación, que daba nombre a dicha corriente teológica surgida al calor del documento de Medellín y del método utilizado por el Vaticano II en  Gaudium et Spes. Un camino nuevo que incorpora el método inductivo, partiendo de la realidad más que desde las nociones teológicas en abstracto e iluminando la realidad con la Biblia y aprovechando también la realidad cotidiana para iluminar el pensar de la fe.

En este no exhaustivo trabajo, vamos a poner en valor los sufridos logros de esta corriente teológica, como así también algunas debilidades –sobre todo de los comienzos- y desafíos de la mencionada reflexión teológica.

2. ¿Qué se entiende por Teología de la Liberación?

La Teología de la Liberación afirma que el lugar teológico ya no son sólo textos sagrados –primera escucha del teólogo- sino que hay también lugares particulares en los que Dios Amor se manifiesta. Y en América latina la realidad desde la debe construirse el pensamiento es la del pueblo sufriente, o como dijera Ignacio Ellacuría, “un pueblo históricamente crucificado”. Un pueblo crucificado por épocas totalitarias o por el triunfalismo financiero o por abusos ambientales. La lista puede seguir. De ahí que el mismo Magisterio de la Iglesia con Puebla y Aparecida insiste en la opción  no ideológica sino evangélica por los últimos de la historia. En la Biblia se ve claro que Dios toma partido por el pobre, el huérfano y la viuda, y en el Nuevo Testamento, el mismo Jesús manifestó que en los débiles él mismo se hace presente: “Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber…” (Mt 25, 31ss.).

“En el caso de la Teología de la Liberación la experiencia fundante es una experiencia de la pobreza injusta de los pobres de América Latina”[1]. Se trata de una experiencia “espiritual”, no sólo sociológica o humana.

Desde el reverso de la historia, desde las periferias –“geográficas y existenciales” al decir de Francisco- se comprende de manera diferente el mismo Evangelio. Los crucificados de la historia son un Signo de los tiempos, entendiendo como Signo una realidad que refiere a la presencia viva de Dios. Es ver y entender la historia desde su “reverso”, según una conocida expresión de Gustavo Gutiérrez.

Se comprende lógicamente la seria preocupación de Roma en aquellos primeros años de la segunda mitad de siglo, cuando algunos pocos teólogos de la liberación, se dejaron influir por la violencia revolucionaria. El método de análisis de la realidad histórica era de cuño marxista y esa misma ideología vertía su caudal en los contenidos.

Fueron llamados a la reflexión y a la lectura fiel del Evangelio que inspira los cambios sociales y políticos desde la convicción serena y la paz como fruto de la justicia. La fe no es un analgésico para el dolor, ni un opiáceo para evadirnos de la realidad. Es un seguir a Jesucristo y los valores de su Reino, que instan a un mundo más justo y fraterno.

Pero estos iniciales errores no frenaron un proceso de pensamiento dinámico. En el origen de la Teología de la Liberación hay un dejarse impactar por la realidad verdadera, la realidad de la pobreza, la injusticia y la inequidad. Es una teología sustancialmente histórica, sin afirmar ya que es equivalente la fe a la fidelidad a la historia, una idea que estuvo presente en los primeros momentos de algunos teólogos. En realidad, fe cristiana y compromiso fiel a la historia se reclaman y complementan. Una auténtica fe cristiana nos vuelve ciudadanos participativos, no consumistas, justos, no discriminatorios, cuidadores de la Casa Común, etc.

Jurgen Moltmann solía decir: “Thomas Becket murió en el altar de Canterbury, porque defendió los derechos de la Iglesia; Oscar Arnulfo Romero murió en el altar de San Salvador porque defendió los derechos de los pobres. Esa es la nueva dirección”.
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3. Opción por los pobres

Una objeción que se hizo a este núcleo duro de prioridad práctica y reflexiva y práctica, fue al inicio que dicha opción por los pobres tendría un carácter exclusivo y excluyente, que vendría a significar que los que no son pobres no tendrían acceso a la salvación que Dios ofrece gratuitamente a todos. Pero esto quedó luego más claro, desde la base de la convicción de que Dios quiere que todos los hombre se salven (1 Tim 2, 4). Nadie absolutamente queda “fuera” del amor de Dios y de la necesidad de ser evangelizado. El documento de Puebla remite la opción por los pobres al documento de Medellín, “que hizo una clara y profética opción preferencial y solidaria por los pobres”, (n. 1134) y consagra la expresión “opción preferencial por los pobres” en el contexto de la misión evangelizadora abarcativa de la Iglesia. Con esa opción se quiere indicar tanto el destinatario como el contenido de la evangelización:

La opción preferencial por los pobres tiene como objetivo el anuncio de Cristo salvador que los iluminará sobre su dignidad, los ayudará en sus esfuerzos de liberación de todas las carencias y los llevará a la comunión con el Padre y los hermanos, mediante la vivencia de la pobreza evangélica[2].

Años más tarde, en línea de continuidad, el papa Francisco nos dice:

“Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica. Dios les otorga ‘su primera misericordia’. Esta preferencia divina tiene su consecuencias en la vida de la fe de todos los cristianos, llamados a tener ‘los mismos sentimientos de Jesucristo’ (Flp 2,5)”[3]

La fundamentación de la opción está en la evangelización del mismo Jesús y en la defensa y amor de Dios hacia ellos por el mero hecho de ser pobres (n. 1142); históricamente está exigida “por la realidad escandalosa de los desequilibrios económicos en América latina” (n. 1154). En cuanto opción pastoral, es opción preferencial, no ideológica ni excluyente; no significa, por tanto, desatender la evangelización de otros, aunque se insinúa que incluso para la evangelización de los que no son pobres esta opción es muy necesaria:

El testimonio de una Iglesia pobre puede evangelizar a los ricos que tienen su corazón apegado a las riquezas, convirtiéndolos y liberándolos de esta esclavitud y de su egoísmo (n. 1156).

 Esta opción, aunque formulada por la Iglesia latinoamericana, ha alcanzado validez universal. Así se reconoce en el sínodo extraordinario de obispos en 1985 y el Magisterio de los Papas, con especial énfasis el del papa Francisco.

La opción por los pobres significa una importante novedad en la determinación de la misión de la Iglesia; su novedad e importancia, sin embargo, van más allá de lo misionero-pastoral. La determinación del destinatario preferencial de la misión de la Iglesia desencadena un  dinamismo que lo invade todo, de modo que la opción por los pobres configura de algún modo todo el hacer y ser de la Iglesia, su fe, esperanza y caridad; se presenta incluso como una forma de vivir y actuar en este mundo. 

Dicha opción llevó a repensar la vida interna de la Iglesia y sus estructuras, repensar la dirección del proceso evangelizador, avanzando en el camino de una “renovación pastoral” (Aparecida), pues una Iglesia que evangeliza a los pobres se encuentra evangelizada por ellos.  Cristo en la cruz se ve más claramente como esperanza para los crucificados de la historia: los vulnerables.

La opción por los pobres posee, como se verá, tiene la virtualidad de “dinamizar” la totalidad de la fe, lo eclesial lo humano.

En el lenguaje teológico, el término "pobre" puede describir realidades muy diversas. Se puede hablar así, en positivo, de pobreza espiritual, de empobrecimiento para acompañar a los pobres. Ese significado de pobreza es real y es muy importantes que exista su realidad. Describe la subjetividad interior de los seres humanos que por amor, se abren a Dios o el proceso de intentar asemejarse a los pobres reales.

Pero más bien los pobres de los que se habla en la opción preferencial, son antes que nada aquellos seres humanos para quienes el hecho mismo de sobrevivir es una dura carga, para quienes llevar la vida a sus más elementales niveles de alimentación, salud, vivienda, etc., es una ardua tarea cotidiana que emprenden en medio de una radical incertidumbre, impotencia e inseguridad. Pobres son aquellos vulnerables, doblegados, humillados (anaw) por la vida misma, automáticamente ignorados y marginados por la sociedad[4]. Estos son los pobres tal como de ellos se habla en los profetas y en Jesús. Ellos, los de la “periferia geográfica y existencial” (Francisco), están al centro de la tarea y misión eclesial.

Junto a esta pobreza existe también la socio-cultural, que hace que la vida sea una dura carga. Existe la opresión y discriminación racial, étnica y sexual. Muy frecuentemente, por el mero hecho de ser negro, indígena o mujer, la dificultad de la vida se agrava. Esta dificultad añadida es teóricamente independiente de la realidad socio-económica, pero con gran frecuencia, al menos en América Latina, sucede dentro de la pobreza socio-económica, con lo cual estos seres humanos son doblemente pobres. Visto el mundo actual como un todo globalizado, no cabe duda de que la pobreza socio-económica es lo que mejor describe la pobreza en el mundo, agravada además por la opresión proveniente de determinadas discriminaciones.

Ya el documento de Puebla describía los rostros concretos en que se expresa -"la situación de extrema pobreza generalizada" (n. 31)- de la siguiente manera: niños golpeados por la pobreza antes de nacer, jóvenes frustrados en zonas rurales y suburbanas, indígenas marginados y que viven en situaciones inhumanas, campesinos sin tierra y sometidos a la explotación, obreros mal retribuidos y privados de sus derechos, marginados y hacinados urbanos frente a la ostentación de la riqueza, ancianos marginados y abandonados... (nn. 32-39). Estos rostros concretos expresan "la situación de inhumana pobreza en que viven millones de latinoamericanos", lo cual es juzgado como "el más devastador y humillante flagelo" (n. 29).

Pobre no es simplemente el homo doliens, que todos lo somos de algún modo- sino aquel que más se parece a lo no-humano. Dicho en lenguaje teológico, la pobreza de la que aquí se habla es aquella que va en contra del plan de Dios en la creación, un plan en la que todos podamos sentirnos “fratelli tutti” (Francisco).

Ahora bien, hay que reconocer con dolor que hay también hermanos pobres porque son empobrecidos por otros. Año tras año se publica el Informe de la ONG británica “Oxfam”, que describe en números precisos, cuántos grupos muy pequeños, que se cuentan con dos dígitos, se adueñan de más de la mitad de la riqueza total del planeta. El proceso sigue en esa dirección, de concentración de poder.

Aumenta así la distancia entre los muchos que tienen poco y los pocos que tienen mucho. Es decir, que hay quienes se vuelven pobres porque otros pocos exacerban la idolatría del dinero y el poder. Esta idea recorre todo el pensamiento de esta corriente teológica.

Vivir ensimismado y en la idolatría del dinero, constituye la negación formal y radical de la fraternidad, del ideal del reino de Dios. La exclusión no es casual ni fortuita, y exige cambios profundos de estructuras.

En palabras de Gustavo Gutiérrez, "pobres son los que mueren antes de tiempo", aquellos que se acercan a la muerte lentamente, debido a estructuras injustas que privan de vida. Esto quedó también analizado en los Cuatro Sueños del papa Francisco en “Querida Amazonia”.

4. Dos temas madurados

Hubo durante la primeras décadas –quizá fruto del descubrimiento y efervescencia primera- una dificultad, diríamos antropológica: el descubrimiento de la dimensión política de la existencia cristiana, apareció como llenando todo el campo de la visión. Aquí se notó la influencia de Marx, que invitaba a la revolución para acabar con la dominación de clase[5].

Maduradas las cosas, se ha visto que lo político se ha de integrar a la amplia gama de lo humano, todas sus dimensiones, sin excluir lo escatológico, pues lo político no es sólo ni lo principal de la existencia humana y cristiana. Además, cualquier revolución ha de comenzar no dese afuera sino desde la conversión personal del corazón a los valores de justicia y caridad.

Otro tema: el descubrimiento de un nuevo modo de hacer teología a partir de la praxis de la fe, dejó en la sombra los aspectos de sabiduría espiritual y de saber racional, característicos de la teología clásica, acentuando unilateral y desmedidamente su carácter de reflexión crítica sobre la praxis de la Iglesia y de la fe. Gutiérrez, en el prólogo del nuevo libro reeditado y corregido, lo reconoce. Ahí se refiere al concepto de praxis, que ha sido enriquecido por la experiencia de los años: “La conjunción de esas dos dimensiones, oración y compromiso, constituye estrictamente lo que llamamos práctica. De ella procede la teología de la liberación”[6]. De aquí la abundante producción sobre sobre temas de Espiritualidad de esta corriente teológica. “Ella (la espiritualidad) nos ayudará a desarrollar, más de lo que ahora ha sido hecho, un aspecto tradicional de la teología tempranamente reconocido en la perspectiva en que nos situamos; nos referimos al de su función como sabiduría. El discurso sobre la fe es, en efecto, un saber son sabor; un saboreo espiritual de la palabra del Señor que alimenta nuestra vida”[7].

5. Palabras Finales

Algunos creen que la Teología de la Liberación es ya historia, controvertido pasado. Pero no, lejos de la realidad. Ha pasado por el tamiz de la purificación y hoy inspira la inclusión social, los movimientos sociales y culturales, la religiosidad popular, la no discriminación por el origen racial, por su género, por su situación cultural. Nadie está más. Nadie está de sobra. En el Banquete del Reino de Dios hay puesto para todos. Leamos “Querida Amazonia” del papa Francisco y allí podremos comprobar la vigencia de muchas intuiciones de la Teología de la Liberación ya maduradas.

Una de las expresiones que suele traer al presente y es un logro, es la siguiente: “A la vida hay que recibirla como viene”. Y es así. Emilce Cuda nos dice: “la vida como viene” significa que “no se preguntará nada, sino que primero se reaccionará ante el desafío moral que presenta la situación inhumana de esas víctimas. Se recibe la vida como viene, se la reconoce, se la cura, se la acompaña, se la promueve para que brille con todo su esplendor la imago Dei que en ella se manifiesta. Y la vida viene devaluada, maltratada, indignada, reprimida, manoseada, violada, contagiada, hambrienta, sedienta, friolenta, drogada, embarazada, criminalizada, violentada”[8].

 

6. BIBLIOGRAFÍA

CUDA, E., “El desafío de volver a poner en valor la Vida. El método teológico moral social a partir del magisterio de Francisco”, en Etica Teologica della Vita. Scrittura, tradizione, sfide pratiche ( a cura di Paglia, V.), Librería Editrice Vaticana, Roma, 2022.

GUTIERREZ, G., Teología de la liberación. Perspectivas, Salamanca, Sígueme, 1990 (14 ed.).

 FRANCISCO, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, Roma, 2013.

FRANCISCO, Exhortación Post Sinodal Querida Amazonia, Roma, 2020.

SILVA, S., “La Teología de la Liberación” en Teología y Vida, vol. L (2009) 93-116.

 [1] SILVA, S., “La Teología de la Liberación” en Teología y Vida, vol. L (2009) 93-116. La cita se encuentra en p. 96. 

[2] CONFERENCIA EPISCOPAL LATINOAMERICANA, Documento de Puebla, México, 1979, n° 1153.

[3] FRANCISCO, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, Roma, 2013, n° 198.

[4] Al 31 de mayo de 2022, los continentes que han recibido la primera dosis de vacunas, se conforman así: Norteamérica, Latinoamérica y Asia, 79 %; Europa, 69%: Oriente Medio 57 % y África, sólo el 22%. Cfr. www.es/statista.com/estadisticas/1236281/tasa de vacunación contra Covid 19 a nivel mundial por continente.

[5] Puede leerse por ejemplo el texto de G. Gutiérrez, “Apuntes para una Teología de la Liberación”, en Liberación. Opción de la Iglesia Latinoamericana en la década del 70. Documentos de reflexión. Simposio sobre Teología de la Liberación, Bogotá marzo 6 y 7 de 1970, Presencia (1970) 25-62, especialmente 56.

[6] GUTIERREZ, G., Teología de la liberación. Perspectivas, Salamanca, Sígueme, 1990 (14 ed.), Verdad e Imagen, 36.

[7] GUTIERREZ, G., Ibidem.

[8] CUDA, E., “El desafío de volver a poner en valor la Vida. El método teológico moral social a partir del magisterio de Francisco”, en Etica Teologica della Vita. Scrittura, tradizione, sfide pratiche ( a cura di Paglia, V.), Librería Editrice Vaticana, Roma, 2022, p. 44.

CUDA, E., “El desafío de volver a poner en valor la Vida. El método teológico moral social a partir del magisterio de Francisco”, en Etica Teologica della Vita. Scrittura, tradizione, sfide pratiche ( a cura di Paglia, V.), Librería Editrice Vaticana, Roma, 2022.

 

 

Última modificación: Monday, 15 de May de 2023, 07:30